miércoles, 18 de octubre de 2017

Un ejemplo de Esteticismo

Prefacio

El artista es el creador de cosas bellas.
Revelar el arte y ocultar al artista es el propósito del arte.
El crítico es aquel capaz de reproducir de otra manera, o con un nuevo material, su impresión de las cosas bellas.
La forma más elevada y la más baja de la crítica son modalidades de autobiografía.
Los que hallan significados feos en las cosas bellas se han corrompido sin ser encantadores. Esto es un defecto.
Los que hallan significados bellos en las cosas bellas son los cultivados. Para estos hay esperanza.
Aquellos para quienes las cosas bellas significan únicamente Belleza son los elegidos.
No hay libros morales o inmorales. Sólo hay libros bien o mal escritos, nada más.
La aversión del siglo XIX al Realismo es la furia de Calibán al ver su propio rostro en el espejo.
La versión del siglo XIX al Romanticismo es la furia de Calibán al no ver su propio rostro en el espejo.
La vida moral del hombre forma parte de los temas del artista, pero la moralidad del arte consiste en el empleo perfecto de un medio imperfecto.
Ningún artista desea demostrar nada. Incluso las cosas que son verdad pueden ser demostradas.
Ningún artista tiene simpatías éticas.
En un artista, una simpatía ética es un imperdonable amaneramiento del estilo.
Ningún artista es morboso jamás.
El artista puede expresarlo todo.
Pensamiento y lenguaje son al artista los instrumentos de un arte.
Vicio y virtud son al artista materiales para un arte.
Desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el arte del músico.
Desde el punto de vista del sentimiento, el oficio del actor es el modelo.
Todo arte es a la vez superficie y símbolo.
Los que van más allá de la superficie, lo hacen por su cuenta y riesgo.
Los que leen el símbolo, lo hacen por su cuenta y riesgo.
Es el espectador, y no la vida, lo que el arte realmente refleja.
La diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que la obra es nueva, compleja y vital.
Cuando los críticos están en desacuerdo, el artista está de acuerdo consigo mismo.
Se le puede perdonar a un hombre que haga una cosa útil, siempre y cuando no la admire.
La única excusa que tiene hacer una cosa inútil es admirarla intensamente.
Todo arte es completamente inútil.

Wilde, O. (1890). Prefacio. El retrato de Dorian Gray.

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Oscar Wilde (1854-1900), un icono del Modernismo irlandés, nos introduce a su magnificiente y única novela, con poderosa concisión, con una breve descripción de lo que supone el arte desde un punto de vista esteticista: todo arte envuelve una explosión de ideas encontradas. 

El movimiento esteticista concibe el arte como belleza y la idea de Belleza como belleza sin más; lo que quiere decir esto es que el propósito del arte es la creación de cosas bellas en las que el espectador encuentre, únicamente, cosas bellas sin traspasar la barrera del materialismo de la época victoriana: Aquellos para quienes las cosas bellas significan únicamente Belleza son los elegidos. A su vez, nos encontramos de manera inmediata con otra concepción de la creación en contraposición con respecto a la época del autor: No hay libros morales o inmorales. Sólo hay libros bien o mal escritos, nada más; esta afirmación denota el rechazo total a la moralidad del idealismo victoriano, idea con la que nos encontramos de nuevo en subsiguientes partes del Prefacio (Ningún artista tiene simpatías éticas).

En consecuencia a todo lo mencionado hasta este punto, volvemos a la idea principal del texto introducida al comienzo del ensayo: el arte conlleva distintas y diversas interpretaciones y no expresa ninguna verdad absoluta: Todo arte es a la vez superficie y símbolo. Los que van más allá de la superficie, lo hacen por su cuenta y riesgo. Los que leen el símbolo, lo hacen por su cuenta y riesgo. Es el espectador, y no la vida, lo que el arte realmente refleja. La diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos están en desacuerdo, el artista está de acuerdo consigo mismo. Lo que Wilde nos quiere decir con esto es que el arte, más allá de la estética, tiene un transfondo abierto y voluble, adaptable al punto de vista del espectador. Ese es el objetivo del artista: dar pie a un abanico de interpretaciones no de manera jerárquica, sino de manera espacial; todas formando un conjunto del cual ninguna destaca, sino dentro del cual todas son igualmente aceptadas.

El Prefacio concluye con una contundente y directa afirmación a favor de la inutilidad del arte, una clara puñalada al utilitarismo de la época victoriana; la belleza se crea por el amor al arte, no para encontrarle ningún tipo de utilidad. Se le puede perdonar a un hombre que haga una cosa útil, siempre y cuando no la admire. La única excusa que tiene hacer una cosa inútil es admirarla intensamente. Todo arte es completamente inútil.

En definitiva, Wilde escribió su breve introducción a El retrato de Dorian Gray como un manifiesto artístico con un mensaje podesoro y directo: el arte por y para el arte. 


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