miércoles, 12 de junio de 2019

The Demon Lover


No había dormido bien. Era la tercera mañana –o la cuarta, o la quinta— que se le pegaban las sábanas. Se levantó de la cama exhausta, como si en lugar de haber estado tumbada durante seis horas hubiese estado intentando mantener el equilibrio caminando sobre arenas movedizas.
Jaime había hecho café. Lo sabía por el olor tan intenso que llegaba desde la cocina y que comenzaba a inundar el dormitorio. Si debía elegir algo que le agradara de su vida, era, sin duda, la agradable sensación de descubrir, de nuevo, que compartía su existencia con alguien cuando percibía el aroma del café recién hecho por las mañanas. Sí, el café.
Fue al baño y se miró al espejo. Reconoció en su reflejo el insomnio de varias noches. Reconoció algo, al menos. Después de varios segundos contemplando su propia imagen, se preparó para ir a trabajar. Eligió el jersey rojo, que no se había puesto desde el invierno anterior, y cogió los pendientes de la mesilla de noche para ir rápidamente a la cocina a probar el café de Jaime.
-Hoy estaré en casa durante toda la mañana—Jaime tenía esa pequeña manía de no dar jamás los buenos días, y a ella le encantaba que él obviara esas trivialidades—Tengo turno de noche hasta el jueves.
-Vale—se limitó a contestar, inexpresiva. Precisamente hoy se había levantado con ganas de que fuesen las cinco de la tarde y regresar con él a casa.
Se levantó y salió corriendo hacia el porche, advirtiendo que llegaba tarde a trabajar. Entró en el coche, un Minicooper rojo, y arrancó. Mientras conducía, mientras recorría las mismas calles de todos los días, percibía una extraña sensación de desconocimiento, como si pequeños ángulos de cada una de ellas hubiesen cambiado. Comenzaba a marearse y perder ligeramente el control del vehículo, agradeciendo que uno de los semáforos con los que se topó se pusiese en rojo.
Se tomó unos segundos para volver a contemplarse en el espejo del conductor, esta vez habiendo disimulado las ojeras de su tercera noche sin dormir.  Había olvidado ponerse un pendiente. Solo uno; en la oreja derecha relucía una pequeña perla blanca. A la oreja izquierda le correspondía otra pequeña perla, la cual probablemente se había quedado a solas sobre la mesilla de noche. O quizás se había colado por el desagüe mientras se adecentaba las ojeras. “Qué más da”, pensó, “nadie se preocupa por un pendiente, al fin y al cabo”, y arrancó el coche.
Cuando llegó a la oficina, nadie le dio los buenos días. Esto era algo que no le molestaba de Jaime; sin embargo, sí le parecía un mal gesto por parte del resto de personas. “¿Será porque me falta un pendiente?”, pensó, “Me falta un pendiente. Es como maquillarse un solo ojo, o como ponerse un solo zapato. Me miran mal porque me falta un pendiente”. Decidió en ese instante que era el momento de volver a casa a por su pendiente olvidado.
Se montó de nuevo en su Minicooper rojo para recuperar el pendiente que le había negado el saludo de sus compañeros de trabajo y, cuando llegó al porche de casa, volvió a notar esa sensación de extrañeza; había algo en esa casa que ya no le pertenecía. Cuando intentó meter la llave en la cerradura, no encajaba. “Juraría que anoche abrí con esta llave”, pensó. Llamó a Jaime por la ventana. No obtuvo respuesta. Entonces, la puerta principal se abrió y apareció Jaime, con el mismo pijama con el que lo había visto apoyado en la repisa de la cocina mientras le decía adiós.
-Perdona, me he dejado una cosa antes. La llave no abría, debe… --Y notó cómo él la empujaba hacia atrás con su cuerpo.
-¿Quién es usted? –Jaime la miró del mismo modo en que la miraron sus compañeros de oficina cuando se dieron cuenta de que le faltaba un pendiente. Y, de pronto, comprendió esa sensación que la había embargado cuando aparcó en el porche.
-¿Es una broma? Soy yo—Empleó la palabra “yo”, a pesar de que dicha palabra se le antojaba desconocida. Carente de significado. Si Jaime no sabía quién era ella, ahora “yo” no era equivalente a nada.
Jaime la miró de arriba abajo, consternado. En ese momento, ella quiso decirle que el jersey rojo que llevaba puesto era el mismo que él le había regalado las navidades pasadas, que se conocieron un día 23 y que quería que él volviese a hacer café para ella como aquella mañana. No obstante, permaneció en silencio mientras contemplaba cómo Jaime cerraba la puerta y se acercaba sutilmente hacia el teléfono, mientras no dejaba de vigilarla desde el otro lado de la ventana.
No se movió de allí. Permaneció de pie en el porche, mirando a Jaime desde fuera. Él también la miraba a ella, pero no como por la mañana, ni como la noche anterior, ni como todos los anteriores días de su vida. Unos minutos después, llegó un coche de policía a pedirle amablemente que se marchara.
-Es mi casa—dijo, pero jamás sintió que mentía tan descaradamente como cuando pronunció aquellas palabras.
-El señor que ha realizado la llamada dice que no la conoce a usted de nada—contestó una de las dos agentes de policía, observándola por encima de sus gafas de sol. Mientras, ella seguía mirando a Jaime desde la distancia, intentando encontrar algún resquicio del hombre que había dejado desayunando en casa por la mañana.
-Me voy—contestó, sin volver a reclamar nada, y sin girarse para volver a ver a Jaime una última vez.
De nuevo montada en su Minicooper, tomó rumbo hacia la oficina. Quizás allí podría encontrar algo de cordura, aunque no hubiera podido recuperar su pendiente. Como quiso librarse de las mismas miradas hostiles que ya le habían dirigido como la última vez se había presentado por allí sin su pendiente, y como cuando la policía la echó de su propio porche, subió rápidamente las escaleras, intentando evitar cualquier tipo de interacción con nadie.
-Disculpe, usted no puede entrar aquí—cuando se acercaba a su despacho en la segunda planta, la recepcionista le impidió el paso.
Se giró lentamente, incrédula. Todo aquello superaba los límites de cualquier broma de muy mal gusto.
-Trabajo aquí—apenas pudo pronunciar. La recepcionista la miraba con los ojos entreabiertos mientras sostenía el teléfono junto a su oreja. Cruzó una mirada con su compañera, y esta realizó una llamada en voz baja. De nuevo sintió la humillación de que alguien, esta vez un guardia de seguridad, la invitase amablemente a abandonar el edificio. Trabajo aquí—repitió, creyendo cada vez un poco menos en sus propias palabras.
Abandonó la oficina ante la mirada atenta de las mismas personas que la habían observado con desaire cuando se presentó con un pendiente de menos, y del mismo guardia de seguridad que la había obligado a marcharse. Una vez estuvo fuera, contempló el edificio una vez más, y cayó en la cuenta de que ya ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta aquel lugar. “El Minicooper”, pensó, “tengo un Minicooper rojo que compré con mis ahorros de varios años y él me ha conducido hasta aquí”. Sin embargo, justo en ese momento observó cómo una mujer completamente desconocida abría el asiento del conductor de su Minicooper aparcado a tan solo unos metros, y arrancaba.
Salió corriendo, y se subió sobre el capó ante la mirada horrorizada de la misteriosa conductora que se había adueñado de su vehículo.
-¡Es mi coche!—gritó, desesperada. Gritó y golpeó el cristal delantero con todas sus fuerzas, hasta que no tuvo más remedio que desistir y quedarse en tierra, viendo cómo su coche se alejaba.
Se alejó caminando lentamente y anduvo durante quién sabe cuánto tiempo, hasta que se encontró a sí misma entrando en un bar cualquiera. El olor a café impactó bruscamente contra su olfato. Café rancio y quemado. Quiso vomitar. Una vez lo hubo hecho, se enjuagó la boca y levantó la cabeza hasta encontrarse de nuevo con su propio reflejo en el espejo del baño. No obstante, en esta ocasión no reconoció a la mujer que se erguía ante ella. Había olvidado su nombre, sus apellidos, su edad y sus señas. La habían despojado de lo único que todavía era suyo.

viernes, 8 de marzo de 2019

Taisia Kitaiskaia y Katy Horan - Brujas Literarias

Una cosa es segura: una bruja es casi siempre un <<ella>>. Y me he dado cuenta de que tal vez la bruja es el único arquetipo femenino que tiene poder por sí mismo; no está definida por nadie más. Esposa, hermana, madre, virgen, prostituta: estos arquetipos basan su sentido en las relaciones con los demás. Pero la bruja es una mujer que funciona por sí sola. Con frecuencia se aísla y su don es la transformación. Es un agente de cambio y su trabajo arranca con el lenguaje: un conjuro, un hechizo, una bendición, una maldición. 
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Hoy 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, comparto un libro MARAVILLOSO que me regalaron en mi último cumpleaños.

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Título original: Literary Witches: A Celebration of Magical Woman Writers 
Fecha de publicación: octubre de 2017
Autora: Taisia Kitaiskaia
Ilustradora: Katy Horan
Nº de páginas: 128
ISBN: 1580056733

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Brujas Literarias llegó a España hace unos pocos meses. Antes de eso, solo estuvo disponible en Estados Unidos bajo el título de Literary Witches. El libro es una recopilación de 29 mujeres escritoras de distintas épocas y de distintos países. Sappho, Emily Brontë, Virginia Woolf, Emily Dickinson, Angela Carter, Sandra Cisneros, Leslie Marmon Silko y muchas otras más autoras aparecen en este libro con una mágica descripción de su biografía, sus poderes sobrenaturales y sus obras más destacadas, junto con una preciosa ilustración. 



Aquí aparece Virginia Woolf, "guardiana de las aguas, la porcelana y el léxico". La autora hace una preciosa descripción de los últimos momentos de vida de la escritora modernista: 


. . . Before Virginia is pulled under forever, a wolf cub leaps from the lighthouse's eye, like Athena from Zeus's forehead. This is Virginia's only child. The wolf daughter fights her way to the bank of the river. She survives.
(67)
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El libro comienza con un prólogo escrito por Pam Grossman donde esta explica la relación entre la mujer y la bruja.  La bruja es el único ser mitológico femenino que tiene poderes propios y que, además, los emplea para su propio beneficio. Por ello, a lo largo de la historia las brujas han sido demonizadas, y toda mujer con habilidades creativas fue tildada de bruja. Por tanto, una escritora puede ser considerada una bruja, y sus escritos son resultado de sus poderes mágicos.

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 Shirley Jackson, "bruja de las villas, el horror doméstico y los presagios"

 Toni Morrison, "reina de los milagros, las generaciones y la memoria"

 Emily Dickinson, "espectro de las ventanas, las moscas y lo inesperado"

 Angela Carter, "hada madrina de los relatos sangrientos, el circo y los espejos"

Alejandra Pizarnik, "fantasma del silencio, la muerte y las lilas"

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Esta es la portada de la versión en castellano: 

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Nota: 10/10

Feliz 8 de marzo a todas.



lunes, 4 de marzo de 2019

Mario Benedetti - La tregua

Lunes 24 de febrero

Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más.
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Llevaba tiempo queriendo adentrarme en la narrativa de Benedetti, de quien solo había leído poesía, y La tregua era mi primera opción. Siendo un libro ya irreseñable -me resulta difícil reseñar clásicos con autoridad-, allá voy. 

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Cubierta de la obra La tregua 

Título original: La tregua
Autor: Mario Benedetti
Fecha original de publicación: 1960
Esta edición: 2004
Editorial: Cátedra
Nº de páginas: 240
ISBN: 978-84-376-0148-9

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Montevideo, aproximadamente entre 1958 y 1959. Martín Santomé es un hombre de 49 años a punto de jubilarse -la edad de jubilación en Uruguay durante aquella época era a los 50 años, por eso se dice que Uruguay es el país de los jubilados. La obra está escrita a modo de diario personal, diario en que Santomé deja constancia de sus últimos meses como oficinista. Durante los primeros testimonios, el lector es testigo de las ánsias de Santomé por alcanzar su deseosa jubilación, tras la cual lo espera lo que él denomina el "ocio". No obstante, a su oficina llega una nueva empleada de 24 años, Laura Avellaneda, que trabajará bajo sus órdenes. Durante los testimonios posteriores a la llegada de esta mujer a la vida de Santomé, observamos un incipiente interés en este por su empleada, a quien él siempre nombra como "Avellaneda", y finalmente el desarrollo de un romance entre ambos. La relación entre Avellaneda y Santomé traspasa los límites de lo erótico y sexual, llegando incluso a compartir ambos un apartamento donde acabarán viviendo juntos. Nuestro protagonista, a través de su diario íntimo, no solo atestigua el desarrollo psicológico y emocional que supone para él esa sensación de vivir de nuevo, sino que también plasma una panorámica nacional uruguaya y su cotidianeidad. 

Benedetti, como en la mayoría de sus obras, proyecta diversos temas universales en clave romántica: la dicha y la desgracia, la aceptación y el ostracismo, la vida y la muerte. Todo esto reflejado a través de un pequeño grupo de personajes que representan las dos caras de la moneda en la vida del protagonista: por una parte, lo hogareño con Santomé y sus tres hijos, Esteban, Blanca y Jaime, y lo laboral, con Avellaneda y el resto de compañeros de oficina. 

Si hay algo que debo destacar de entre todos los aspectos que me han agradado de la novela, es sin duda la capacidad del autor para reflejar el desarrollo de algo ínfimo hacia algo significativo. Un ejemplo de esto es cómo cambia para Santomé la imagen de la sonrisa de Avellaneda, quien pasa de "sonreir pasablemente" a un "qué bien sonríe". La elección de escribir la novela desde la mente del personaje es, sin duda, un acierto a la hora de plasmar su desarrollo psicológico y amoroso para con Avellaneda. 

Sin duda, se ha convertido en una de mis novelas favoritas de la narrativa hispánica. Para todo@s aquell@s a quienes no les importa soltar alguna que otra lagrimita, es perfecta. 

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Nota: 10/10

sábado, 16 de febrero de 2019

10 lecturas LGTB+

Ya que nunca había hecho una lista de lecturas, aquí os dejo una lista de lecturas LGTBI+ recomendadísimas, ordenadas desde más antiguas -y clásicas- a las más actuales.

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde (1890). Un clásico cuya temática gay se encuentra implícita en la relación entre Dorian Gray y Basil Hallward, el autor del famoso retrato. 

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Orlando, de Virginia Woolf (1928). Otro clásico de temática trans. Orlando comienza la novela como hombre, y se convierte en mujer hacia el fin de la primera mitad. Vive durante tres siglos distintos, y con este largo recorrido vital del/la protagonista, Woolf nos advierte de que el género no es un elemento fijo, sino fluído, y de que los seres humanos seríamos mucho más libres de expresarnos física y emocionalmente si nuestra identidad de género no estuviese ligada a constructos sociales. 

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Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca. Son conocidos con dicho título o, simplemente, como Sonetos. Son una recopilación de sonetos amorosos del autor, publicados de manera póstuma. En el poemario predomina el adjetivo oscuro, de ahí el título que se le ha dado a este. La principal hipótesis respecto a este tema es que dicho amor oscuro hace referencia a un amor homosexual, prohibido y condenado en la época del autor. 

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Carol o El precio de la sal, de Patricia Highsmith (1951). En un primer momento, publicada bajo el pseudónimo de Claire Morgan con el nombre de The Price of Salt, para, décadas más tarde, ser publicada con el nombre real de la autora bajo el título de Carol, en 1989. De la autora principalmente conocida por la adaptación de su novela Extraños en un tren al cine por Alfred Hitchcock. Una historia de amor protagonizada por una veinteañera que descubre su sexualidad cuando conoce a Carol, una atractiva mujer de mediana edad en proceso de divorcio. Considerada la primera novela de amor homosexual con final feliz. La novela fue lanzada a la gran pantalla en el año 2015, con Cate Blanchett como Carol y Rooney Mara como Therese.

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El color púrpura, de Alice Walker (1982). Como autora femenina, Alice Walker no solo habla en sus novelas sobre el racismo sufrido por la comunidad negra, sino que también retrata el papel de la mujer dentro de dicha comunidad y la misoginia de la que no se libran los hombres negros. En esta novela, el lesbianismo juega un papel de refugio para la protagonista, una mujer vendida a un hombre que la maltrata durante la mayor parte de su vida. La novela cuenta con una famosa adaptación cinematográfica del año 1985 por Steven Spielberg. 

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Las horas, de Michael Cunningham (1998). Ganadora del premio Pulitzer en 1999, Las horas cuenta la vida de tres mujeres, la escritora Virginia Woolf, Laura Brown y Clarissa Vaughan, cada una de las cuales vive en épocas distintas. Inspirada en Mrs. Dalloway (1925) de Virginia Woolf, la novela trata cómo tres personas cuya existencia se encuentra tan espaciada en el tiempo pueden llegar a sentir de la misma manera, al mismo tiempo que plasma el proceso creativo de Woolf mientras esta escribía Mrs. Dalloway. Esta novela también fue adaptada al cine por Stephen Daldry en 2002, con Nicole Kidman como Virginia Woolf, Julianne Moore como Laura Brown y Meryl Streep como Clarissa Vaughan, siendo concedido a Kidman el Oscar a Mejor Actriz. 


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Llámame por tu nombre, de André Aciman (2007). Mejor conocida por su título en inglés Call Me by Your Name, debido a su adaptación cinematográfica del año 2017. Una historia de amor gay entre un adolescente y un jóven profesor en un pueblecito de la Italia de los años 80. 

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Salidas de emergencia, de Rosa Navarro y Gema Arquero (2006). Una tira de cómics que trata en tono muy humorístico la experiencia de ser lesbiana en la sociedad actual.




El azul es un color cálido, de Julie Maroh (2010). Un cómic que también tuvo su adaptación cinematográfica en el año 2013 bajo el título de La vida de Adèle. La novela es protagonizada por Clementine, una adolescente que descubre su sexualidad cuando conoce a Emma, una joven estudiante de arte de pelo azul. La novela hace un recorrido de la historia de amor entre ambas mujeres durante los años. 
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Eros/Psique, de María Llovet (2011). Una obra en formato yuri creada por una autora española. En este cómic, hay una predominancia gráfica muy importante, de modo que la obra se puede leer muy rápido. No obstante, es necesario una -o más de una- relectura para entender el significado de la historia: dos adolescentes, encerradas en un internado plagado de misterios, dan rienda suelta a su amor, encarnando el mito de Eros y Psique. Sin embargo, a pesar de ser evidente el romance entre ambas, nos encontramos ante una narrativa irreal, abstracta, donde prácticamente todo se halla implícito y el lector debe adivinar lo que la autora nos está queriendo contar. De hecho, la propia autora afirmó en su momento que los personajes saben mucho más que el lector, de modo que este es totalmente libre de dar rienda suelta a la imaginación a la hora de interpretar la obra. Eros/Psique me gustó particularmente por lo normalizada que está la relación lésbica protagonista. 

sábado, 2 de febrero de 2019

Shirley Jackson - La lotería y otras historias

Shirley Jackson (1916-1965) fue una novelista y cuentista estadounidense. Renovó y dio forma al género de terror, combinando lo sobrenatural con la perspectiva de género. Sus obras suelen girar en torno a las mujeres, reflejando sus miedos, traumas de la niñez, conflictos maternales y represiones pertenecientes a su condición de género, y su reflejo en símbolos como la casa encantada o el pueblo maldito. La reciente serie de Netflix La maldición de Hill House está basada en su penúltima novela, la cual ha influenciado otras obras como El resplandor de Stephen King. Estoy haciendo el TFM sobre esta autora y, cuanto más sé de ella, más maravillada me hallo. 

Debo decir que la serie que tanto ha triunfado en Netflix es una versión muy libre y distante de la novela de la autora. Así que no me vale con que os quedéis con la serie... 

Shirley Jackson

Aunque es mayormente conocida como escritora de lo sobrenatural, de sus seis novelas, solo en La maldición de Hill House los elementos sobrenaturales conforman el corazón de la trama. La novela ha sido tremendamente aclamada por autores de la talla de Stephen King y Neil Gaiman. 

As nearly perfect a haunted-house tale as I have ever read
Stephen King


En esta entrada, me centraré en la colección La lotería y otras historias (1949). La colección está compuesta por una serie de relatos cortos junto con "La lotería", anterior a dicha colección, un relato corto publicado por primera vez en la revista The New Yorker en 1948. Tras su publicación, la revista perdió una cantidad importante de suscriptores y la propia Jackson recibió correos amenazantes. 

ALERTA SPOILER

"La lotería" narra la historia de una pequeña villa estadounidense donde, cada junio, se celebra un macabro ritual. La tal lotería consiste en elegir al azar a un cabeza de familia que será sacrificado para conseguir una buena cosecha ("Lottery in June, corn heavy soon"). 

Desde el mismo comienzo del relato, se observa la sociedad sexista la cual la autora pretende retratar. Mientras los niños recogen piedras por un motivo desconocido para el lector, las niñas observan, calladas. Los habitantes de la villa se reúnen, al fin, para dar comienzo a la lotería, en la cual es elegida Tessie Hutchinson. Es en ese momento cuando el lector descubre, por fin, la finalidad de la recogida de piedras: Mrs. Hutchinson muere lapidada por sus vecinos e incluso su propia familia, objeto del sacrificio necesario para la cosecha de junio. 

Desde su publicación, se ha interpretado "La lotería" como un reflejo de la omnipresencia del mal, que puede habitar incluso en los ambientes más insospechados, tales como una villa de gente aparentemente civilizada. No obstante, a pesar de que este es un motivo recurrente en las narrativas de Jackson, en las últimas décadas se ha analizado el relato desde la perspectiva de género. Tessie Hutchinson, en primer lugar, casi olvida que la lotería va a ser llevada a cabo esa mañana. Más adelante, reclama repetir el sorteo por juego sucio, para, finalmente, morir lapidada. Esta serie de sucesos conducen a la conclusión de que Jackson pretende retratar una sociedad en la cual las mujeres que no se ciñen a las reglas patriarcales son castigadas por ello, con una protagonista que, antes de ser asesinada, ruega que "no es justo, no es correcto" ("it isn't fair, it isn't right"). 

Os dejo aquí una adaptación cinematográfica del relato: 

 (Con subtítulos en inglés, para quienes lleven mal la comprensión oral)

FIN ALERTA SPOILER
Otros relatos destacados, desde mi punto de vista, de la colección: 

"Like Mother Used to Make"

Una joven siente envidia de su vecino, quien es completamente capaz de mantener su propia casa en orden. Un relato que demuestra la frustración que sienten algunas mujeres al no cumplir debidamente -de acuerdo con las leyes patriarcales- con las tareas domésticas. 

"The Daemon Lover"

Una mujer de 34 años tiene un DNI falso que muestra que aún tiene 30 años. El mismo día de su boda, su prometido desaparece. Un relato sobre la ansiedad que provoca en muchas mujeres no haberse casado superada la treintena. 

"The Renegade"

Un ama de casa casada y con dos hijos se siente sofocada en su propia casa. Nada más que añadir. 

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En definitiva, escribir sobre fantasmas, alucinaciones, voces extraterrenales y otros tantos elementos sobrenaturales no está reñido con la perspectiva de género. Os dejo aquí un link para comprar La lotería y otras historias (en inglés), para quien esté interesad@.
 

 

miércoles, 1 de agosto de 2018

Joël Dicker - La desaparición de Stephanie Mailer

Pocos minutos después, la policía cerró el barrio.
Fue uno de los primeros agentes en llegar quien, al trazar el perímetro inicial de seguridad, se fijó en que la casa del alcalde de la ciudad, muy próxima al cuerpo de Meghan, tenía la puerta entornada. Se acercó, intrigado. Comprobó que la habían reventado. Sacó el arma, subió de una zancada las escaleras de entrada y anunció su presencia. No hubo ninguna respuesta. Empujó la puerta con la punta del pie y vio que un cadáver de mujer yacía en el pasillo. Pidió refuerzos en el acto, antes de seguir avanzando despacio por la casa con el arma en la mano. A la derecha, en un saloncito, se topó, espantado, con el cuerpo de un niño. Luego, en la cocina, se encontró al alcalde, en un charco de sangre, asesinado también. 
Habían matado a toda la familia. 

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Título: La desaparición de Stephanie Mailer
Autor: Joël Dicker
Fecha de publiación: junio de 2018 
Género: novela policíaca
Editorial: Alfaguara
Nº de páginas: 650

✤✤✤

Orphea, un pequeño pueblo de los Hamptons. Un buen día de julio de 1994, Meghan Padalin sale a hacer ejercicio como es habitual en ella. Más tarde, su marido la encuentra muerta a escasos metros de la casa del alcalde Gordon y su familia. Todos habían sido asesinados; así da comienzo la última novela de Joël Dicker, que ya nos introdujo sus habilidades para la novela negra con La verdad sobre el caso Harry Quebert.  

La desaparición de Stephanie Mailer cuenta cómo en 2014 se reabre un caso de asesinato creído ya resuelto veinte años atrás, tras conocerse que la periodista Stephanie Mailer tiene indicios de que se enculpó a la persona equivocada. La misma tarde en que Stephanie revela la noticia al agente de policía Jesse Rosenberg, esta desaparece. Es ahí cuando Jesse Rosenberg y Derek Scott, los agentes encargados del caso veinte años atrás, se reúnen nuevamente para dar, esta vez, con el verdadero asesino.

En cuanto a forma, la novela reúne reminiscencias de La verdad sobre el caso Harry Quebert, principalmente en la base del argumento: un crimen que tuvo lugar décadas atrás y un culpable que sigue en libertad. Más allá de eso, también la estructura sobre la cual está construido el argumento es similar a la novela de 2013, recurriendo a los saltos temporales y distintos puntos de vista. Y es que Dicker acierta con estos dos últimos elementos, pues los constantes flashbacks a la época en la que tuvo lugar el crimen otorgan más verosimilitud a la narración a la par que el conocimiento del punto de vista personal de todos los personajes ayuda a que el lector forme sus propias suposiciones respecto al posible verdadero culpable. Como es habitual en este autor, la trama no es resuelta hasta las ultimísimas páginas de la novela y, paradójicamente, lo más esperado es que esta concluya de la manera más inesperada. 

Hay un elemento nuevo que Dicker incluye en esta novela y es que, al contrario que en Harry Quebert, donde todos los personajes estaban relacionados, de alguna manera u otra, con los hechos del crimen, en el caso de La desaparición de Stephanie Mailer aparecen personajes envueltos en la trama y la investigación policial pero que narran su historia en primera persona y esta resulta no tener nada que ver con los hechos que se investigan. Probablemente, la intención detrás de esto sea humanizar a los personajes al mismo tiempo que crear confusión en el lector, haciéndole creer que la historia particular de estos personajes acabará estando relacionada de un modo u otro con el cuádruple asesinato. 

El resultado de todo esto es una novela entretenida, intrigante y sin ningún cabo suelto. 

✤✤✤

Nota: 8/10

lunes, 12 de marzo de 2018

{#7} - Vladimir Nabokov - Lolita

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de  estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

¿Tuvo Lolita una precursora? Por cierto que la tuvo. En verdad, Lolita no  pudo existir para mí si un verano no hubiese amado a otra... «En un principado junto al mar.» ¿Cuándo? Tantos años antes de que naciera Lolita como tenía yo ese verano. Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica.

Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que envidiaron los serafines de Poe, los errados, simples serafines de nobles alas. Mirad esta maraña de espinas. 

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Título original: Lolita
Autor: Vladimir Nabokov
Fecha de publicación: 13 de noviembre de 2016
Editorial: Anagrama (edición limitada)
Nº de páginas: 392

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 Lolita (1955) es una de las obras más aclamadas de la literatura erótica. Si bien ya es bastante destacable que una de las novelas estadounidenses más famosas fuera escrita por un ruso, la novela destaca, sobre todo, por su narrativa tan ruda y al mismo tiempo delicada. 

La novela trata sobre la obsesión sexual de Humbert Humbert, un profesor de literatura francesa de mediana edad, con Dolores, una doceañera a la que él apoda como "Lolita". Si bien ya resulta impactante un resumen tan escueto, más lo resulta una vez comenzamos la lectura: Humbert, un auténtico pederasta, se presenta a sí mismo como un amante de las niñas preadolescentes, las cuales él denonima "nínfulas". La narración, al ser llevada a cabo en primera persona, implica al lector en lo que supone adentrarse en la mente de un pedófilo. 

Hay algo muy destacable en la historia desde mi punto de vista y es que, al estar narrada en primera persona y conocer los pensamientos más repugnantes del personaje principal, podemos ver cómo Humbert se dedica durante toda la obra a culpar a Lolita de sus deseos sexuales. He aquí el objetivo de Nabokov de hacer ver al lector cómo funciona una mente pedófila. Es por esto por lo que comencé la lectura a principios del verano pasado y no pude acabarla hasta finales del mismo: el libro, durante ciertos pasajes, puede llegar a ser repulsivo, dependiendo de la sensibilidad del lector. Precisamente por este motivo es una obra sublime. 

Al comienzo de la reseña he hablado sobre una narrativa ruda a la par que delicada; lo primero se debe a lo comentado anteriormente, mientras que lo segundo se refiere a los momentos en los que Humbert describe a Lolita. Según las palabras de Lionel Trilling, «ningún amante ha pensado en su amada con tanta ternura, ninguna mujer ha sido tan embelesadamente evocada, con tanta gracia y delicadeza, como Lolita». 

Las grandes obras de la literatura siempre son difíciles de reseñar, pues ya se ha analizado tanto sobre ellas que resulta intimidante analizarlas desde una perspectiva personal. Así pues, aquí acabo haciendo una breve mención a la edición de Anagrama tan bonita de la obra que encontré de casualidad el verano pasado y que no me pude resistir a comprar (imagen de arriba). 

Puntuación: 10/10



lunes, 8 de enero de 2018

Permanencia eterna

—No vive ya nadie en la casa —me dices—; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, por que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en circulo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continua en la casa es el sujeto del acto.

César Vallejo

viernes, 22 de diciembre de 2017

Stream of Consciousness en Mrs. Dalloway


El siguiente ensayo es un guion que escribi para una exposición sobre la técnica narrativa del stream of consciousness en Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf.  

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Para comenzar este breve análisis de Mrs Dalloway, es necesario introducir una definición del concepto de stream of consciousness. El término, el cual fue acuñado por William James en el campo de la psicología en su libro Principios de la psicología (1890), suele traducirse al castellano como “flujo de conciencia”, y en crítica literaria supone una forma de narración en la cual el narrador se adentra en la mente de uno o más personajes de su novela, dando como resultado una corriente de ideas que dotan al hilo conductor de la obra de un carácter caótico que, además, otorga el protagonismo al lector para que este se adentre de lleno en la narración. Esta forma narrativa que gira en torno a los pensamientos de los personajes conlleva subjetividad, una visión subjetiva de los hechos narrados. Para parte de la crítica, el flujo de conciencia equivale al llamado “monólogo interior”, mientras que la otra parte establece diferencias entre ambos. Expertos apuntan que el primer caso de flujo de conciencia se halla en El Quijote, cuando Sancho abandona la Ínsula de Barataria y vemos cómo el personaje habla a través de sus pensamientos. Ejemplos de grandes novelas escritas de la mano de esta técnica narrativa en literatura inglesa son el Ulysses de James Joyce (1922) y To the Lighthouse de Virginia Woolf (1927).
            La novela que vamos a tratar, Mrs Dalloway, fue publicada por Virginia Woolf en 1925. La obra gira en torno a la vida de Clarissa Dalloway durante un día entero y la devoción que esta pone en preparar una fiesta para esa misma noche, y los temas principales que aparecen en ella son el feminismo, la necesidad vital, la homosexualidad y/o bisexualidad, la locura y la muerte, los cuales se ven reflejados en los personajes que vamos a analizar más adelante.
            De la narración se encarga un narrador anónimo que se sirve de la tercera persona para adentrarse en la mente de los personajes y tomando, como ya hemos mencionado previamente, una voz subjetiva. Esto queda reflejado ya desde el mismo comienzo con la frase que abre la novela y, además, la más conocida de esta: Mrs Dalloway said she would buy the flowers herself. Ya desde el punto de inicio nos topamos con una intención de ruptura con este narrador que, a pesar de hablar en tercera persona, habla desde la mente de Clarissa Dalloway. Virginia Woolf, para escribir esta novela, intercambia el foco de atención sobre la mente del personaje para reflejar en esta la mente del lector, como si quisiera describir el mundo exterior a través de los ojos de Clarissa y otros personajes de manera que el lector sienta esta visión como suya. Ese es el objetivo del stream of consciousness: colocar en un segundo plano a los personajes que aparecen en la novela para otorgar el verdadero protagonismo a quien la lee. Sin embargo, esto no debe confundirse con el narrador omnisciente, pues este tan solo se limita a conocer todo acerca de los personajes presentándonoslos de manera objetiva y la percepción del mundo exterior por parte de estos es mucho más rápida y se muestra de manera más clara que en el stream of consciousness, donde todo es mucho más abstracto.
            La frase, además, ha sido muy analizada ya no solo por su forma narrativa sino por su contenido temático: el hecho de que desde el mismo comienzo la protagonista de la novela, Clarissa Dalloway, tome la decisión de comprar las flores ella misma es concebido como un símbolo de independentismo, de ahí que la novela haya sido analizada desde la perspectiva de género y tomada como una obra de tintes feministas.
            Por otra parte, desde el principio aparecen las flores, que al comienzo se nos podrían antojar insignificantes pero que a lo largo de la obra toman un protagonismo especial: las flores son un símbolo de vitalidad, la cual nuestra protagonista, Clarissa, persigue de manera desesperada: Clarissa sabía qué era lo que le faltaba. No era belleza, no era inteligencia. Era algo central y penetrante; algo cálido que alteraba superficies y estremecía el frío contacto de hombre y mujer, o de mujeres juntas. Porque esto era algo que ella podía percibir oscuramente. Clarissa, a pesar de tener, aparentemente, todo lo que se puede desear en la vida, es una mujer infeliz. Su personaje da a entender de manera constante que se siente insatisfecha con su vida. Es por esto por lo que se muestra nostálgica y alude a momentos del pasado de manera frecuente, como si su pasado hubiese sido mucho mejor que lo que su presente le ofrece.
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Meryl Streep como Clarissa Vaughan en Las Horas (2002)

Clarissa es un personaje en busca de salir de la rutina, de escapar de esa monotonía que no la colma de felicidad y, además, la sofoca. Es por esto por lo que el hecho de decidir comprar las flores ella misma va más allá de una simple acción rutinaria; porque no es rutinaria. Clarissa está decidiendo por fin hacer algo por sí sola.
Esta insatisfacción la vemos también reflejada en su relación matrimonial con Richard Dalloway: Y en las personas hay una cierta dignidad; una soledad; incluso entre marido y mujer medía un abismo; y esto debe respetarse… Se trataba de algo de lo que una no podía desprenderse, ni quitarlo al marido contra su voluntad, sin perder la propia independencia, el respeto hacia una misma, algo, en resumen, inapreciable. 
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Meryl Streep como Clarissa Vaughan y Ed Harris como Richard Brown en Las Horas (2002)

A pesar de lo que opina su marido, que sí parece satisfecho con su matrimonio, ella es consciente de que este nunca le dará una felicidad plena. El hecho de que muestre tanto afán en organizar la fiesta que tiene lugar en la novela muestra las ansias de Clarissa por paliar la insatisfacción en la que se ve sumergida.
            A continuación, pasamos al personaje de Sally Seton. Sally es un viejo amor de Clarissa a quien conoce desde su juventud. Es entre estos dos personajes donde se refleja el tema de la homosexualidad o, más bien, bisexualidad, pues ambas mujeres están casadas, por supuesto, con un hombre: Pero esta cuestión de amar (pensó, guardando la chaqueta) – y aquí tenemos una muestra de cómo el stream of consciousness consiste en relatar pensamientos que se suceden mientras se realizan acciones tan cotidianas como guardar una chaqueta - este enamorarse de mujeres. Por ejemplo, Sally Seton; su relación en los viejos tiempos con Sally Seton. ¿Acaso no había sido amor, a fin de cuentas? (…) – este es uno de los momentos en los que Clarissa se remonta a recuerdos agradables del pasado, que parecen haberle dado mucha más satisfacción que su presente junto a Richard. 

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Alison Janney como Sally Lester y Meryl Streep como Clarissa Vaughan en Las Horas (2002)

No, ahora las palabras no significaban nada para ella. Ni siquiera podía percibir el eco de su antigua emoción. Pero recordaba los escalofríos de excitación, y el peinarse en una especie de éxtasis (ahora la vieja sensación comenzó a regresar a ella, en el momento en que se quitaba las horquillas del pelo y las dejaba en la mesa tocador para arreglarse el peinado), con las cornejas ascendiendo y descendiendo en la luz rosada del atardecer, y bajar la escalera, y al cruzar la sala, sentir que "si muriera ahora, seria sumamente feliz". Este era su sentimiento, el sentimiento de Otelo, y lo sentía, estaba convencida de ello, con tanta fuerza como Shakespeare quiso que Otelo lo sintiera, ¡todo porque había bajado a cenar, con un vestido blanco, para encontrarse con Sally Seton! – Sally es una mujer que despierta intereses culturales en Clarissa. Sally parece ser alguien que saca a Clarissa de la rutina, y esto es probablemente lo que levanta una pasión en esta hacia ella: Las ideas eran de Sally, desde luego, pero muy pronto Clarissa quedó tan entusiasmada como la propia Sally, y leía a Platón en cama antes del desayuno, leía a Morris, leía a Shelley a todas horas.
            Esta atracción romántica que el lector percibe de Clarissa hacia Sally se ve culminada cuando, una vez más, Clarissa se remonta a su pasado para recordar el momento en el que Sally y ella se besaron, momento el cual ella denomina “el más feliz de su vida”: Todo lo anterior era como un paisaje de fondo para Sally. Estaba en pie, junto al hogar, hablando con aquella voz tan hermosa que cuanto decía sonaba como una caricia, y se dirigía a papá, que había comenzado a sentirse atraído un tanto en contra de su voluntad (nunca pudo olvidar que, después de prestar uno de sus libros a Sally, lo encontró empapado en la terraza), cuando de repente Sally dijo: "¡Qué vergüenza estar sentados dentro!", y todos salieron a la terraza y pasearon arriba y abajo. Peter Walsh y Joseph Breitkopf siguieron hablando de Wagner. Clarissa y Sally les seguían, un poco rezagadas. Entonces se produjo el momento más exquisito de la vida de Clarissa, al pasar junto a una hornacina de piedra con flores. Sally se detuvo; cogió una flor; besó a Clarissa en los labios. ¡Fue como si el mundo entero se pusiera cabeza abajo! Los otros habían desaparecido; estaba a solas con Sally. Y tuvo la impresión de que le hubieran hecho un regalo, envuelto, y que le hubieran dicho que lo guardara sin mirarlo, un diamante, algo infinitamente precioso (…).

Virginia Woolf
 
            Virginia Woolf introduce en sus obras rasgos autobiográficos, pero es en Mrs Dalloway donde su alter ego queda claramente reflejado: la autora, desde su infancia, tuvo problemas psíquicos que derivaban en cambios de humor constantes, cosa que podemos apreciar en el personaje de Richard Dalloway: Esta sensibilidad a las impresiones había sido su desgracia, sin la menor duda. A su edad todavía tenía, como un muchacho e incluso como una chica, estos cambios de humor; días buenos, días malos, sin razón que lo justificara, júbilo al ver una cara bonita, terrible infelicidad al ver una vieja monstruosa. Richard, además, como hemos mencionado anteriormente, sí parece mostrarse pleno respecto a sus sentimientos hacia Clarissa: Y ahí estaba él. Caminando por las calles de Londres, para decir a Clarissa en las palabras justas que la amaba. Lo cual uno nunca dice, pensó. En parte, uno es perezoso; en parte, uno es tímido… Porque es una lástima muy grande no decir nunca lo que uno siente (…).

Ed Harris como Richard Brown en Las Horas (2002)

            Otro personaje en el que podemos encontrar rasgos autobiográficos de Woolf es en Septimus Warren Smith, un excombatiente de la Primera Guerra Mundial y un personaje que encarna el tema de la locura. La locura es un tema muy personal en la obra de Virginia Woolf, pues ella misma sufrió de una enfermedad mental que casi la condujo a enloquecer en sus últimos años de vida. Septimus dice cosas tales como que las aves cantan en griego, alucinación que la propia Virginia solía tener. Además, Septimus muestra una conexión con Clarissa que queda reflejada en el uso recurrente de la frase “fear no more”, que tiene su origen en el Cimbelino de Shakespeare (Fear no more the heat o’ the sun). Septimus se siente aislado de la sociedad, que es además la que lo ha abocado a la locura: En resumen, la humana naturaleza le perseguía, el repulsivo bruto con los orificios de la nariz rojo sangre. Holmes le perseguía. Tan pronto uno tropieza, escribió Septimus al dorso de una postal, la naturaleza humana le persigue a uno.
            El tema de la locura es uno de los grandes temas en la literatura universal. Como apreciación personal, la locura de Septimus podría relacionarse con el Hamlet de la famosa tragedia de Shakespeare: ambos personajes encarnan el tema de la locura a la que uno se ve abocado por culpa del mundo, de la Humanidad.
            Septimus acaba liberándose a sí mismo poniendo fin a su vida. La muerte en la novela es concebida como algo positivo, pues es a través de ella como uno toma las riendas de su vida: decidiendo acabar con ella. El tema de la muerte como liberación es eso que une a Septimus con Clarissa, la cual hace referencias a esta a lo largo de la novela (“¿(…) acaso importaba que tuviera que desaparecer completamente?”): Septimus se suicida saltando por una ventana, cosa que la propia Virginia Woolf ya trató de hacer durante su juventud, lo cual resultó en un intento fallido. No obstante, acabó suicidándose en 1941 a los 59 años ahogándose en el río Ouse.  

Las Horas (2002)

            Para acabar, solo queda hacer una breve mención a la película Las Horas (2002), basada en la novela homónima de Michael Cunningham de 1998. En ella aparece Nicole Kidman encarnando a Virginia Woolf. La película nos muestra el proceso creativo por el que pasa la autora mientras escribe Mrs Dalloway y, a su vez, el momento psicológico tan delicado por el que atraviesa debido a su enfermedad mental (la cual fue identificada como trastorno bipolar años más tarde). A su vez, Julianne Moore es una mujer que vive en la América de los años 50 asfixiada con su vida de ama de casa y que intenta paliar su insatisfacción preparando un pastel de cumpleaños para su marido esa misma noche mientras hace descansos esporádicos para leer Mrs Dalloway; y, en tercer lugar, Meryl Streep encarna a una Clarissa Dalloway contemporánea en la Nueva York de 2001. La película gira en torno a la necesidad vital de tres mujeres que, por unas circunstancias o por otras, viven insatisfechas con sus vidas. En ella toman un papel protagonista las flores, como ya hemos mencionado anteriormente, símbolo de vitalidad. Cabe recalcar la necesidad fundamental de haber leído previamente Mrs. Dalloway para entender por completo y sentir el mensaje de esta película.
            En resumen, el largometraje condensa en dos horas la angustia vital plasmada tanto en la Clarissa de la famosa novela como en tres mujeres de a pie, y cómo Mrs Dalloway refleja situaciones y sentimientos que pueden estar presentes en la vida de cualquier mujer. Un día en la vida de tres mujeres, y en un día su vida entera.


Referencias:
  • Woolf, V. (2012). La señora Dalloway. Barcelona, España: Debolsillo.
  • Humpfrey, R. (1962). Stream of Consciousness in the modern novel. California: University of California Press.  
  • Muñoz, Liliana. "Las Horas de Richard Brown y Septimus Warren Smith”. Ocultalit. 18 de marzo. 2017. Recuperado de: http://www.ocultalit.com/ensayo/richard-brown-septimus-warren-smith/. Consultado el 28 de octubre de 2017.
  • Roe, S. (Ed.), Sellers, S. (Ed.). (2000). The Cambridge Companion to Virginia Woolf. Cambridge, United Kingdom: Cambridge University Press.